martes, 15 de febrero de 2011

Era ya de mañana cuando en la cantina del pueblo entro un viejo andrajoso, con una larga barba color blanca y un enorme sombrero color café, el pianista tocaba una alegre y dramática melodía que a todo borracho durmiente amanecía; el cantinero algo dolorido le sirvió un vaso de whisky mientras que yo danzaba al compas de la música jugueteando con la escoba para no dormirme de pie. El olor al puerto con los rayos del sol comenzaba a subir, los barcos y sus marineros comenzaron a llegar, de repente todo comenzó a cambiar, en la cantina que triste se veía fiesta ah de comenzar.




By Antonella Baez.

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