Atardecía, no encontraba salida para ese recuerdo suyo que me estremecía el cuerpo y el alma, tenía que pensar en alguna manera de escapar, la gente me apabulla, el ruido no me deja pensar, me desconcentra, necesitaba irme, salir de esta horrenda ciudad, volar lejos, encontrar paz, calmar este sentimiento, este lugar me confundía, no podía respirar, oh si usted supiera lo que corre por mi cabeza, es una locura, una locura sana, una locura que sabía que tarde o temprano iba a cometer. Entonces cerré los ojos agarre mis maletas y me eche a correr hacia el primer avión que me llevara lejos, a donde no haya nadie con quien conversar más que mi misma, que yo sea mi propia compañía.
No tenía idea de a donde me dirigía, solo sabía que me iba pero al bajar de ese avión y comenzar a conducir por una ruta que ni sabía que existía encontré, encontré ese lugar que tanto anhelaba ver. No dude, baje del auto y corrí por el medio de un campo, un campo que mostraba el sol escondiéndose en el horizonte, me frene, junto a una arboleda y respirando hondo me deje caer sobre el pasto, dejando la mente en blanco, relajando.